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El primer plan de negocios

  • Foto del escritor: Ana Sofía Ocampo Barousse
    Ana Sofía Ocampo Barousse
  • 7 sept 2020
  • 3 Min. de lectura

Un día de finales de julio mi prometido, desesperado por la situación de desempleo derivada del COVID-19, me comentó sobre si le podría ayudar a desarrollar el plan de negocios que deseaba de un emprendimiento que tenía futuro dentro del entorno de la pandemia y que además a largo plazo nos ayudaría a ser nuestros propios jefes (después de malas experiencias con las empresas anteriores).


Es cierto que al estudiar un Master in Business Administration (MBA) los docentes te enseñan grandes fundamentos teóricos y realizas ejercicios prácticos en ámbitos como economía, contabilidad, finanzas, mercadotecnia, sistemas de información, gestión de capital humano y liderazgo.



Durante la maestría tuve la fortuna de contar muchos profesores muy preparados y con experiencia profesional amplia que, con sus anécdotas y ayuda con la resolución de problemas reales pudieron dar un panorama más claro de cómo empezar y qué no hacer.


El primer reto fue que ninguno de los involucrados tenía experiencia en creando una nueva empresa, solo se tenía muy clara la meta y lo que no se quería con este proyecto. Todos habíamos sido empleados en diferentes tipos de empresas y cada uno de nosotros tenía un perfil diferente que podía ayudar en cada uno de los aspectos que se necesitaban para lograr con vencer a inversionistas de que se sumaran y se concretara dicha empresa.


Uno de los retos fue que ya se habían concretado videollamadas o citas con los posibles inversionistas aún sin haber acabado el plan de negocios ni la prospección numérica por lo que hubo que apretar el paso y resolver aquellos pendientes y dudas de la manera más rápida y afectiva posible.


Cada uno de los creadores del proyecto tuvo la oportunidad de aportar dentro de su área de experiencia, no obstante las cotizaciones de diversos proveedores vitales para el funcionamiento eran cambiantes y el proyecto muy ambicioso, de tal forma que cualquier número que se movía, afectaba por mucho el monto de la inversión a realizar.


Como parte de la experiencia, les comento que el hecho de estar asumiendo sin investigación previa y tomando decisiones sin tomar en cuenta a los demás integrantes del equipo no nos ayudó mucho a agilizar el trabajo, a pesar de que se tenían dos juntas al día para que hubiera un flujo de comunicación más sencillo.


Por otra parte, al ver que se tenía la posibilidad de que el proyecto se convirtiera en una empresa trabajando dentro de muy poco tiempo parecía que nos había entusiasmado y se empezaron a trabajar elementos no esenciales del proyecto que, aunque hacía parecer que se tenía mucho avanzado, la base del proyecto debía ser lo primero que se tuviese seguro y claro.


Después de un periodo de dos semanas de trabajo arduo que involucraba todo el día de ajustar el documento escrito y miles de correcciones a las cifras para que se acercaran a una realidad que creíamos pasaría, llegó la presentación a los inversionistas y con ello la emoción de que nos dijeran creemos en ustedes, lo que nos presentan tiene fundamentos que nos hacen creer que funcionará.


A lo largo de las presentaciones, mejorábamos no solo nuestros discursos, sino también la presentación, el plan iba robusteciéndose.


Nunca contamos con que el terreno del que prácticamente dependía la inversión sería uno de los mayores conflictos para llevar a cabo la inversión de la manera planteada, además de que otras cotizaciones de proveedores seguían cambiando y las sugerencias de algunos inversionistas como vertiente del negocio nos llevarían a la triste desilusión de no realizar el emprendimiento.


Nos quedamos con el aprendizaje de tomar nuestro tiempo para revisar todas y cada una de los planteamientos, además de corroborar la información no solo una vez sino cuantas veces sea necesario. También se requiere de un compromiso absoluto de todos los involucrados para estar dando lo mejor de ellos a cada paso de la elaboración del proyecto.


Pueden existir muchos imprevistos e inexperiencia sin embargo asesorarte o apoyarte de algunas personas que puedan orientarte suele ser el mejor consejo para seguir creciendo profesional y personalmente.




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Ana Sofía  

Ocampo Barousse

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